jueves, 21 de noviembre de 2013

Lo que hago y no hago.

Es tarde. Mis palabras seguramente se van a perder en la nada en parte porque quiero que se pierdan en la nada. Me distraigo con estupideces. Me abandono apenas puedo. Vuelvo, desganado a tratar de escribir un poco mi angustia, un poco mi deseo, un poco mi alegría. Vuelvo a este trabajo a mitad de hacer que es este texto pero no sólo este texto. Vuelvo a poner una pieza que mañana se habrá perdido en los ecos de la cotidianidad, esperando que de alguna manera, mientras sigo con el luto, cuando decida terminar de, o empezar a purgar mis males, tenga algo. La vida en este tiempo fue, en un acto de optimismo sin precedentes. Construir sin futuro, sin planes, sin metas. Solamente arrimar las partes y de vez en cuando gozar de alguna alegría, fruto de las buenas acciones. Nada de lo que hice fue para volver subrepticia la marea que corre por debajo. En ningún momento cometí la estupidez, aunque algunos dirán que es más acertado decir "tuve el coraje" de hacer algo por librarme de los sentimientos que no con poca frecuencia me enajenan. Yo digo estupidez porque negar tanto hoy me convierte en otro. En lo otro. Para mí mismo. Porque yo era otro cuando decidí que ese que era en ese momento era yo. Y yo quedé, o quedó, en un pasado irrecuperable que deseo recuperar desesperadamente. Y todo lo que hago es para los otros que voy siendo a medida que avanzo y todo lo que quiero hacer y no hago casi nunca es para volver a ese yo que dejé de ser, que espero que aún esté en mí, ese yo que vos viste un día con deseo y desgraciadamente ese yo que también viste con apatía. Por eso quiero retornar y no retornar. Por eso hago y no hago cosas para ser y no ser. Porque hay algo inasequible para lo que no hay manera. Porque todo esfuerzo es fútil en tanto que no me arrima y porque toda inacción es gloriosa en tanto que no me aleja.      



lunes, 18 de noviembre de 2013

Poetas camuflados.

"Si acaso fuera el comienzo de algo, no se podría saber sino después." Agustina Tullio.


"Cuando llega el tiempo en el que se podría, es que pasó el tiempo en el que se pudo."

Marcelo Pérez.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Estado de cosas.

Esto no es un encierro. Es todo lo contrario. Es haber salido, la puerta se cerró detrás de mí y yo todavía ni siquiera caigo en que me quedé en calzoncillos y descalzo en la mitad del pasillo esperando que alguien abra desde adentro. Y empiezo a preocuparme, a tiritar, a sentarme en el felpudo de la puerta para no morirme de frío, a rechazar la taza de café que ofrece el vecino. Ni siquiera me animo a tocar el picaporte o mirar por el ojo de la cerradura. A veces me pregunto cómo llegué hasta acá pero la mayoría del tiempo me conformo con el estado de espera constante que no me hace feliz pero al menos me preserva sagrado, cerrado por adentro, seguro.