jueves, 20 de febrero de 2014

Derrape.

El desconocimiento lo es todo. Habría pocas cosas de las que querría hablar si conociera. No escribo porque sé, escribo porque no sé y por eso todo lo que escribo peca de ignorancia. Voluble y llena de inexperiencia ignorancia. Lo mismo con todo lo que digo; si te hablo por ejemplo, es porque en definitiva no sé que te quiero decir. Está claro que si supiera qué decirte no te hablaría, no hablaríamos. Incluso a veces agradezco no saber nada, porque gracias a eso te puedo decir algo.
Los sentimientos deben funcionar un poco así también. Es más fácil amar a un desconocido porque uno no sabe. Yo me enamoro de tanto en tanto hasta que conozco, y de repente sé qué decir y todo se diluye. Con los amigos es así, uno no sabe por qué los ama. Es así nomás: para amar, para escribir, para decir, hay que saber lo menos posible.

martes, 18 de febrero de 2014

Verborragia.

La versión del miedo paralizante que uno confunde con la madurez, con el dejar ir, con el análisis centrado y racional de los hechos. Todos argumentos válidos para no hacer, no decir, no levantar la perdiz porque en el mejor de los casos, y ese es el horror más grande, en el mejor de los casos sólo consigo lo que ya tenía, y lo que ya tenía no alcanza porque mi sensibilidad se expandió, engordó, ahora tiene un metabolismo más fuerte y aceitado que no se va a conformar con la triste incertidumbre del amor que amanecía, a penas, cada día y que no se sabía si llegaba vivo al anochecer. Estoy para otras cosas, pero es el miedo lo que no me mueve, y no toda esta verborragia.

domingo, 16 de febrero de 2014

Típico de día domingo.

El día tiene un amarillo etéreo, típico de domingo, que se va fundiendo con mi alma y de repente uno se vuelve una cosa continua con el afuera, el calor de las paredes de cemento es la nostalgia, la sombra de las nubes es el sueño de media tarde, la brisa es ese rapto de fuerzas para salir de la cama, los rayos de sol son todos estos pensamientos y sentimientos que se meten a través de la piel y que revolucionan el calor en las paredes de cemento, la sombra de las nubes y la brisa, típico de día domingo.

martes, 11 de febrero de 2014

Memoria.

Siendo la única constante 
Rendirse

idiotas nosotros cuando deseamos 
Olvidar

los pocos recuerdos que pueden
Resistir.

lunes, 10 de febrero de 2014

Santuario.

Tal vez todos
seamos corruptible
tal vez ya todos
estemos corruptos
absurdos
grotescos
vacíos

y yo combato
la podredumbre

con líneas imaginarias
que sólo cruzan
las almas nobles

con espacios sagrados
que sólo atraen
a los indicados.


Estática.

La cohabitación de emociones en mi cuerpo hace ya tiempo empezo a producir una especie de turbulencia, forma de interferencia que limitaba por momentos bastante mi canal de comunicación con el mundo de los hechos. Recuerdo las primeras épocas en las que me manejaba perdido, dando tumbos, dudando de todo cuanto pudiera suceder. Incluso estoy seguro de que miles de cosas sucedieron sin que yo jamás me diera cuenta. No importaba cuán descomunal fuera mi esfuerzo por descifrar lo que estaba por debajo de la estática, todo era incierto. De buenas a primeras, en alguno de esos misteriosos momentos del alma, me sumergí en el ruido que recubría mi existencia y comencé a tratar de escuchar la estática, y ya no sobre o debajo de ella. Para mi sorpresa era un hormigueo agradable. Poseía algún tipo de ritmo, contenía silencios, no era constante; a veces casi desaparecía, a veces no me dejaba escuchar ni mis pensamientos, de cuando en cuando tomaba formas musicales. Todos estos fenómenos, familiares, absolutamente familiares. Llevo un tiempo dejándome impulsar por esta lluvia sonora. Cada vez más voy comprendiendo el mensaje, la lógica en sus ires y venires, casi puedo prever sus movimientos y variaciones. Y todo apunta a una conclusión única, valga la redundancia, y conocida. Una obviedad, una cuestión de una evidencia tal que parece incluso estúpido no haber entendido que lo que para mí por tanto tiempo fue una barrera contra lo real, siempre había sido lo real llamándome; la vida por detrás del silencio horroroso, antinatural y oscuro al que un día decidí someter mi existencia.