Yo no soy la nada.
Siempre deseé ser más la exhuberancia,
que tampoco soy,
pero no soy la nada.
A veces creo que debés imaginarme
como una pared beige,
algo desaturado,
amarillento y percudido
y sé que no soy
el estalle de colores que quisieras,
pero no soy esa témpera
en el fondo del cajón, tampoco
y prueba de esto es que
de tanto en tanto pinto,
entre muchas cosas,
con mucha paciencia
en silencio
sutilmente
un poco de tu felicidad.
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