lunes, 17 de octubre de 2011
Momento de lucidez.
La verdad es que ni el cansancio de este cuerpo se va, ni las imágenes en la noche y los desesperes no funcionan porque no funcionan, como no funcionaba tu amor, que a veces pienso, era un desespere. Pero realmente el dolor del cuerpo no sé va y no quiero cerrar los ojos porque siempre sucede que cuando los cierro se me pasa algún dato relevante de la realidad que termina haciéndome perder aunque sé que estoy perdido desde antes porque no cierro los ojos y eso me va volviendo un poco loco o quizás del todo. La cuestión es que si no puedo dejar de conjugar pelotudeces con este juego que parece literatura pero no termina siendo nada más que eso, porque hablar allá afuera es jodido, ¿sabés?, entonces no me queda más que callarme, porque ya he dicho mucho a muchos de muchas maneras y todo lo que sigue pasando es que tengo que estar pendiente de como mi cabeza dice que se va dividiendo mi corazón, lo que es una tontería porque yo sé que mi corazón es uno y a veces ninguno, y a veces se me ocurre que los corazones están afuera y que yo tengo que atrapar uno que haga latir el músculo muerto que llevo en el pecho, que se mantiene vivo gracias a esas pequeñas ondas eléctricas que manda mi cerebro. Decí que mi corazón tiene nervios porque sino estábamos jodidos, o capaz no, capaz convenía dejarlo parado y que sea otro el otro gil que se anime. Bah, otro es un decir porque en el fondo el único que dijo algo fui yo, el gil claramente, y el resto no son giles, a los sumo potenciales pobres diablos que tuvieron la desgracia de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, no como vos que creo que estabas donde tenías que estar y de repente no estabas en ningún lado, salvo, claro, en la puta retina de mis ojos que un día de estos me voy a sacar con una cuchara de helados, por eso que te digo. Mirá... la verdad. Sí, mirá vos porque a mi ya me arden los ojos, me duele la cabeza, el corazón se me para y en este preciso momento la sangre está en la punta de mis dedos tratando de hacer que esta literatura se vuelva otra cosa y al mismo tiempo que no deje de ser sólo eso, que me haga cerrar los ojos y limpiar este cuarto y tantos espacios de mierda, de mierda.
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