domingo, 27 de diciembre de 2009

Al final del día

Hay días que empezamos con la sensación de que ese día en particular va a ser más grande, más importante o, aunque sea, distindo a los demás. Son días en los cuales hay planes y espectativa, donde pensamos que por fin se dará lo que buscabamos, lo que queríamos, lo que esperabamos (como si realmente supieramos lo que eso es). Pero sabemos que estos días son aquellos en los cuales los lugares que visitamos no fueron los que esperabamos, las personas a las que vimos no eran las que teníamos en mente, los abrazos que recibimos vinieron de parte de personas de las que jamás hubieramos sospechado recibir cariño en esos días, las palabras de aliento son dichas por aquella persona de la cual te habías olvidado que podía animarte, uno dice cosas que jamás hubiera esperado decir, uno actua de la manera que menos hubiera esperado, de una manera más digna, y el "te amo" del final de la noche lo recibe la persona a la que no hubieras esperado darselo, pero la que más se lo merece.
Al final de esos días, las cosas no han resultado como uno esperaba, pero de cualquier manera uno se va a la cama con una sonrisa pensando que las cosas han sido diferentes a lo planeado y aún así maravillosas, que poder ver eso y no perder la alegría que provoca el pasar un día así es crecer, es ser más maduro como persona y ver más allá de lo que tenemos indmediatamente enfrente; el día planeado y perfecto que esperabamos. Y, de cualquier manera, al final de todo, nuestra sensación era correcta: ese día fue más grande, más importante o, aunque sea, distinto a todos los demás.