Existencia textual.

Lo que pasa es que soy un vacío
Un hueco interminable
Que mira dese abajo
Y se ahoga en su propio mar de lágrimas.

Pero así es que también soy un espacio
Un lugar infinito
Que mira hacia arriba
Y que se baña en sus propios sentimientos.

Lo que hace que entonces sea algo duro
Un material estático
Que sabe resistir al tiempo
Y que se erosiona, cambia, ante el silencio.


Y por eso es que soy algo simple
Un momento anhelo
Que la espera masacra
Y que naufraga en una corriente de sutilezas.

La proximidad de los cuerpos.

La pasión estuvo bien pero para volver mi alma vieja sólo hizo falta el calor que despedía tu cuerpo a algunos centímetros de mí. Tu peso en el colchón y la magnética atracción que esa abismal pendiente me producía hacia vos. El aire tibio de tu respiración caída en mi cuello.  Y tal vez, por único contacto, tu frente, o la mía, o frente contra frente, pero nada más. Era, todo, la atracción de la proximidad de tu cuerpo, que estaba más presente para mí que cuando mis manos perdían la forma de tu materialidad ante el atragantamiento profundo de la felicidad que producía poder poseer. La distancia no era eso, era todo lo contrario. Estabas ahí, yo sabía que estabas ahí incluso cuando no podía comprobarlo. Eso vuelve un alma vieja.

Diálogo.

- ¿Y chiquito?, ¿Qué pasa?, ¿Otra vez acá?
- Sí, otra vez acá.
- ¿Y?, ¿Cómo encontraste todo?
- Muy igual a la otra vez. A las otras... a las buenas.
- Me imagino que tenés...
- ¡Ni se te ocurra!
- Para eso ya estás vos.
- Para eso ya estoy yo. ¿Y vos para que estás?
- Yo estoy para que puedas sacártelo de encima. Para que puedas soportar la próxima visita.
- ¿Vos decís que va a haber una próxima?
- Te estás adelantando a los hechos.
- Sí, pero no es mi culpa que los hechos se atrasen.
- Tampoco es tu culpa estar acá de nuevo.
- Eso sí que me cuesta creerlo.
- Tenés miedo.
- Sí.
- Pasá chiquito. Pasá de una vez que total esto queda entre amigos.