jueves, 17 de junio de 2010

De pronto.

De pronto tu espalda se abre, te lleva hasta los extremos de mis hombros, de pronto tu espalda se cierra y se cae en medio de mis costillas, en ese espacio vacío justito debajo del pecho, ahí donde van los nervios cuando uno no sabe.

De pronto tus costillas pican mi brazo, mi mano cae en el vacío profundo de tu vientre, mis dedos en las recondidades de tu ombligo. De pronto tus costillas se reunen, tu costado se arquea, mi mano descansa suavemente sobre tu piel destenzada y a veces aprieta.

De pronto inspirás, de pronto expirás. El movimiento del aire recorriendo tu cuerpo me mueve a través de una noche que deseo eterna.

De pronto respirás.

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