miércoles, 24 de abril de 2013

Evidencia.

La historia debería ser simple. Algo que se lea rápido y se entienda fácil. Como esa gente que ves a veces caminar por ahí y te das cuenta. No hay que suponer nada, nada más te das cuenta. Bueno, mi historia debería ser así de fácil, no por obvia o por simple, sino por contundente. También debería escribir así. Oraciones cortas. Claras. Poco ambiguas. Debería ir al grano. Debería elegir una palabra en vez de tres. Debería decir eso y significar "eso" como se dice casa y se significa "casa". ¿Es todo tan claro? A veces sí. A veces la angustia y la felicidad se ponen en perspectiva y todo confluye a que yo debería ser una de esas personas a las que mirás y decís: "Este pibe no es otra cosa que lo que es evidente que es" y no esa pelotudés monumental de ser como uno es que es una farsa enciclopédica. Y las cosas que me pasen deberían ser sólo lo que a una persona como evidentemente soy yo es evidente que le pasen. ¿Y es todo bueno? ¿Y es todo lo que quiero? Al menos debería ser evidente, cosa de que ya dejemos las sorpresas de lado y pasemos a problemas más interesantes como qué hacemos con tanta evidencia.

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