domingo, 28 de febrero de 2010

Momento al tiempo de éste espacio.

En éste preciso momento soy lo único vivo de ésta habitación, miro a mi alrrededor y todo está sumamente quieto, el polvo cubriendo las suprerficies, libros en el piso, apuntes en la cama, la música acompasada parece inmovil también. La luz del velador hace sombras en los pliegues de las sábanas y todo parece estar en un estado de armonía aboluta. Parece que el cuarto se hubiera detenido en el tiempo. Parezco lo único vivo acá, cada movimiento perturba, cada respiración rompe el equilibrio, cada pensamiento agitado que me ha quedado del día parece una locura al lado de la paz que ahora aparenta haber en el ambiente. Todo me invita de a poco a la somnoliencia, mis pensamientos de poco se van apagando y la múscia cada vez va más lenta, la luz se va perdiendo en mis ojos y los pliegues de las sábanas van tomando la forma de mi cuerpo al este caer lentamente sobre ellos. Las sombras se borran y la luz se apaga al fin, y todo queda resumino, no a la nada, sino a un simple pensamiento, a un único y poderoso deseo, a lo único que sale de mi que no rompe con toda esta tranquilidad sino que me ayuda a disfrutarla.

jueves, 18 de febrero de 2010

San Martín.

Procer de la Argentina al que cierto ramal de trenes debe su nombre. Últimamente no puedo volver a mi casa sin que me agarre esa barrera, y me pregunto, cada vez que me pasa, si esa es la única barrera que no me deja volver. Es lógico que desde el shopping de Villa del Parque lo vea pasar, pero ¿Desde la Bilbioteca Nacional?... es como si ya no quedaran lugares a donde huir e inmediatamente después me acuerdo de que yo no huí, no, a pesar de la hemorragia interna que causa quedarse sin una razón, sin explicación, esta vez decidí quedarme y afrontar el hecho de que tendré que seguir esperando detrás de la barrera y ver las fromaciones pasar una tras otra. Lo que me gustaría saber es si perdí definitivamente la cordura o si alguien más nota lo del San Martín y sus barreras.

martes, 9 de febrero de 2010

Cuestiones que no atañen a la razón.


Pide al cielo señales amigo
Y el cielo no contestará
Porque creer, amigo mio
Consiste precisamente
En tener fe sobre algo
De lo que no sabemos si existe
Pero de lo que necesitamos para seguir caminando
Y la señales no vendran
Cuando decidamos creer
Porque en ese momento nada será señal
Todo será real
Icluso si nuestro cielo nos defrauda.

viernes, 5 de febrero de 2010

Cabos sueltos

Encontrábase mi corazón atando cabos que daban forma a la red tejida de las emociones que solían asaltarme durante las tardes en las cuales creía entender los pequeños trozos de sentir que dispersos en el aire captaba mi red tejida de cabos mal atados por lo cuales me hice propietario de una lluvia de polvos de recuerdos filosos que dañaron las cuerdas de la red tejida, dañaron su elasticidad, su adherencia que posibilitaba no otra cosa que la acumulación de reservas de ninguna otra cosa que sensaciones mal habidas sólo soportables para otros que no como mi corazón dejan los cabos sueltos para dejar pasar.

lunes, 1 de febrero de 2010

Empezando por entregarse al sentimiento más temido.

Jugar a vivir sería mucho menos complicado si el odio le fuera un sentimiento fácil al ser. La verdad es que descubrir el amor sin tener la capacidad de odiar es un callejón sin salida, pero no darle cabida al odio por miedo a perder un sentimiento de amor que nada tiene que hacer en nuestros cuerpos es cobardía. Somos cobardes por no tomar el riesgo de perder, y es que decidir perder es tomar un riesgo muchas veces. Odiar es decidir perder, odiar es haber llegado al punto de decir "hice todo lo que estuvo a mi alcance", creerlo con toda el alma y darse media vuelta, dar la espalda y estar dipuesto solamente a voltear para dar puñetazos, gritar y escupir. El odio es un camino de ida... eso es lo que pienso hoy, porque de lo contrario, no habría nada, pero nada en el mundo que borre ... que borre lo que siento hoy.